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Date Posted: 15:57:41 11/05/04 Fri
Author: Eladio
Subject: Una precursora semilla de mal: El Conde Cagliostro

Una precursora semilla de mal
El Conde Cagliostro: hijo de la oscuridad y padre del New Age
Alquimista, hechicero, mago y estafador, Giuseppe Bálsamo pasó a la historia con el nombre iniciático de Conde de Cagliostro. Mentor de la Revolución Francesa y arquitecto de la sociedad moderna, el "taumaturgo" que hipnotizó a Europa se ganó los corazones de la nobleza y del pueblo con el apoyo de la sección de jerarquía eclesial corrupta. Surge de las tinieblas de la historia y funda la Logia Masónica de Rito Egipcio. Procura la caída de la monarquía francesa y del mismo Papado. Conozca más de quien es venerado sotto voce por los nuevaeristas como el prototipo del iluminado humanista.


De la noche de la historia resaltan un par de ojos rojos, brillantes. Es una carroza negra que porta a un personaje misterioso e intrigante. Se trata del Conde de Cagliostro. Diplomático, político, místico ocultista y mago, quien jugó un papel determinante en las logias masónicas del siglo XVIII y contribuyó fuertemente a desprestigiar a la monarquía favoreciendo la funesta Revolución Francesa.



Reclamaba estar poseído por espíritus poderosos que le concedían el impresionante poder de obrar prodigios aún ante los más críticos e incrédulos. Puso de moda el ocultismo y popularizó las prácticas esotéricas y mágicas en ambientes sociales naturalmente reacios a estas prácticas negras.



Cagliostro, el conde misterioso y cuestionado, se comporta ya como un magnífico modelo de lo que vendría a ser la Nueva Era en sus rasgos más puros.



Del alquimista pobre de Palermo al rico proxeneta de Roma



Cagliostro adoptó ese seudónimo años después de iniciado. Giuseppe Bálsamo, su verdadero nombre, dio sus primeros pasos en la empobrecida Albergaria, un miserable suburbio de Palermo, Italia. Tierra de rufianes, delincuentes, brujas, prostitutas, proxenetas , adivinos y delincuentes fugados de sus condenas, Albergaria, poseía un pintoresco seminario que alojó a Cagliostro hasta su fuga a los doce años..



Fue en el convento de Benfratelli donde se inició en las artes negras de la alquimia. La en parte corrupta estructura eclesiástica del Renacimiento permitía toda suerte de aberraciones dentro del seno de instituciones eclesiásticas. Y en este escenario nace el “iniciado” a las telúricas enseñanzas.



Su pésima educación, su violencia en lo bajo y ruin, sus sacrilegios y ofensas a los religiosos determinaron su expulsión del convento. Se dirige, por sugerencia de un misterioso personaje, a Roma. Allí las enseñanzas de un orfebre “iniciado - Marano – le permitieron ser aceptado por “maestros” que prosiguieron su “educación” en la magia. Ejercía de proxeneta y las prostitutas que alquilaba le aportaban un nivel de vida que le arrancaba de la miseria en que vivió hasta entonces.



Embebido de las prácticas esotéricas, decide viajar a Constantinopla, Esmirna, Bagdad, Alepo y al Cairo. Profundiza sus conocimientos ocultistas y regresa a Roma, donde conocerá a Lorenza Feliziani, rica heredera de un fabricante de fajas. Ella le acompañará hasta los últimos momentos.



Proxeneta y ocultista, Bálsamo es contactado en Mesina por un sujeto misterioso: Althotas. Era un personaje intrigante, de edad y raza indeterminables, con rasgos griegos y españoles, en traje a la usanza albanesa, un gorro rojo y una barba muy llamativa. Se le presenta como “el maestro que aparece cuando el alumno está listo”. Le subyuga con la mirada y le muestra que posee el polvo transmigratorio capaz de convertir el plomo en metales preciosos. Con éste viaja una vez más a Egipto, Rodas y Malta.



La corrupta Orden de San Juan de Malta ya era pasto de supersticiones y malas artes. De hecho los cronistas la hacen figurar como una de las primeras logias masónicas activas. Poseían numerosos laboratorios alquímicos y una importante biblioteca iniciática. Dirigidos por el mismo Pinto de Fonseca, gran maestre de la Orden y maestro de hermetismo, realizaban día y noche experimentos y estudios. Una buena tarde Athotas muere al respirar un humo venenoso. Nuestro antihéroe sale, horas después, camino de Nápoles.



¿Qué sabemos de Cagliostro?



Como siempre, las sociedades secretas tienden a divulgar fantasías sobre sus orígenes. Tal es el caso de Cagliostro. Para los seguidores del ocultismo, Cagliostro era descendiente del jeque de La Meca, hijo adoptivo de Acharat, último rey de Trebisonda. Apenas fue derrotado su padre, Cagliostro huyó pero fue capturado en La Meca y vendido como esclavo al jeque que le inició en la Kabalah. Fue quien le dio el título hermético de “Hijo desdichado de la Naturaleza”. Su avance por las tinieblas del conocimiento le confieren el derecho de usar el título de Gran Copto de Europa y Asia. En Damasco conoce a los últimos adoradores de Osiris: unos derviches meditadores en el baile que le introducen a las entrañas de sus prácticas. Allí conoce al “sabio” Althotas. Éste, poseedor de los arcanos superiores, le lleva a Malta donde se enfrentan en un rito mágico en los laboratorios subterráneos. Cagliostro mata a su amigo. Hasta aquí la leyenda para iniciados. Es la misma que la Nueva Era difunde de su más célebre y mítico mentor.



Pero la historia nos entrega una versión diferente. Bálsamo era hijo de conocidas familias de Palermo. Su abuela procedía de la familia Cagliostro y su padre utilizaba ilegítimamente el título de conde.

A modo de los personajes de Coelho, Cagliostro es un iniciado en el Conocimiento y se presenta como un viajero incansable. Quiere unir a la fuerza su linaje con Apolonio de Tiana, y otros maestros antiguos y quedar así ligado con los peregrinos – ocultistas - que recorrían la ruta de Santiago de Compostela.



Para los esotéricos, el viaje de Compostela era un tema frecuente en sus metáforas iniciáticas para explicar el viaje hermético. No son historias muy diferentes de las actuales que se venden en cualquier librería para público adolescente (en edad o condición).

A cambio, tenemos documentos de sus viajes sucesivos en ese período a Venecia, Marsella, Madrid, Barcelona, Cádiz, Lisboa, Estrasburgo y Bruselas. Se desplazaba en su carroza, negra y ornada con blasones rojos; al llegar a una población siempre se hospedaba en el mejor albergue. La extravagancia de sus trajes y el acento de su esposa hipnotizaban a los notables del lugar. Su seducción rentaba alegremente para satisfacer sus delitos.

Al regreso de Londres, en 1775 se ve, en Calais, envuelto en escándalos y estafas. Huye a Nápoles y de allí viaja a España. En Barcelona lo encarcelan por intentar estafar a un sacerdote. Otro escándalo, esta vez mas grave por suponer el robo de unos diamantes, le hace huir a Cádiz y de ahí a Londres por segunda vez.



De delincuente a semidios



Lo que ocurre en el trayecto es materia para un estudio más detallado. Podemos decir, mientras tanto, que tiene una experiencia preternatural impresionante. El Cagliostro que llega a Londres realiza curaciones milagrosas. Los críticos más furiosos de su figura y los desmitificadores más contrarios a él reconocen sus prodigios.



Prescribe pastillas y polvos que obtiene por alquimia. Contemporáneo de Mesmer, impone las manos y cura toda clase de males. La ciencia se sorprende por los resultados. Luego le odia con envidia por la popularidad que alcanza en casos graves, imposibles o regulares.



De sus hazañas más reconocidas y estudiadas está la forma de ganarse el apoyo del pueblo. A momentos mira a un menesteroso y se limita a darle una sola guinea y un número que supuestamente ganará la lotería. Y nunca falla la predicción. El famoso caso del matrimonio Scott es un buen ejemplo. Como limosna les entregó la famosa guinea y el número. Ganaron nada menos que 400 libras y 360 guineas de entonces. El esposo Scott amenazó con una pistola a Cagliostro para que le revelase sus procedimientos herméticos.



Contra toda costumbre, a un año de ser admitido en la Logia Esperanza de Londres, ocupa los más altos grados. Los masones de la Estricta Observancia Templaria, de La Haya celebran un banquete en su honor y forman sobre su cabeza la "bóveda de acero" con sus espadas.



La corrupción iluminista destruía las bases no sólo del clero sino también, y muy principalmente, de la nobleza. Cerca de Nüremberg conoce al Duque de Brunswick, Gran Maestre de una de las obediencias masónicas. Ante él diserta sobre el Gran Arquitecto del Universo. Se pone en contacto con los rosacruces, quienes le adoptan como maestro. Le introducen en los salones de los palacios de Federico II y de la mas alta nobleza prusiana. Viene presentado por el Duque de Orleáns, gran maestre de la francmasonería francesa.

Su reputación es internacional e indiscutida. Los científicos más estrictos reconocen sus capacidades, si bien puntualizan que no tienen explicación posible para los conocimientos de entonces. Profetiza, hipnotiza, cura, materializa dinero en todos los salones e incluso en sectores eclesiásticos.

Protegido del Príncipe Potenkim, en Rusia gana el corazón de los dirigentes. En Varsovia y en Londres realiza transmutaciones ante la vista de todos. Aun quienes le acusaron de falsificador, no pudieron probar nada. Mantiene la costumbre de visitar hospitales y barrios pobres y acercarse a algunos para curarlos o tocarlos con su poder y hacerlos ricos. Logra que el pueblo le adore, no ya como santo sino como el mismo Dios encarnado. Sus ideas iluministas y revolucionarias son aceptadas, compartidas, aprendidas y defendidas por todas las capas sociales. La Iglesia se ve impotente ante tan formidable enemigo.



Dejaba deudores en todo lugar: desde las chozas más humildes a los sillones más elevados, todos tienen algo que agradecer. Sólo en 1785 sanó de cálculos renales a la princesa de Nassau, de migrañas a la de Mont Barey y al príncipe Soubise, el duque de Caillus, se vio aliviado de su gota así como un capitán de dragones. Y los casos plebeyos son miles.



Cagliostro y el plan para la masonería



Cuando se acusa a Cagliostro de oportunista por su ingreso a la masonería se cae en una liviandad. El Cagliostro de antes y el de después parecen no ser el mismo. Es aceptado por los masones y le elevan al honor de Maestro. Abandona la firma con su nombre de bautismo y adopta el de “Conde de Cagliostro”. Su esposa ingresa a una logia de adopción y recibe el nombre de “Princesa Serafina”.



La iniciación de Alhotas daba sus frutos. La misión de Cagliostro al interior de estos antros de oscuridad era visible: unir todas las fuerzas de las logia en una sola. Como rezan los lemas de las escuelas de misterios y hoy se reflota por la Nueva Era, "toda luz viene de Oriente”. Cagliostro debía unir las fuerzas secretas de la masonería, asumir su dirección, “refundar” el cristianismo llevándolo a sus “bases” (que, decían, no eran judías sino egipcias e iniciáticas) y entregarle todo ese poder al Papa que pondrían a cargo para entonces si acaso Cagliostro no aceptaba la corona. En sus escritos describe la Nueva Era que comenzaría. Para ahorrar trabajo al lector dejamos que su imaginación se encamine hacia lo que ya ha ido intuyendo como paralelo a la Nueva Era contemporánea. Habla de un mundo iluminado, irracional, de pensamiento mágico, anticristiano, liberal, pacifista, ecologista, iluminado con luces preternaturales y sin el sistema “conservador” que imperaba entonces y contra el cual habría que rebelarse,



Sus padres en el espíritu y el mundo



Si Cagliostro era el introductor de los misterios egipcios, sorprende una nota reveladora. Faltaban dos siglos para que Napoleón y sus secuaces pisaran Egipto y comenzara el furor de conocimiento de los misterios ocultos. Aún Champolion no descifraba la piedra roseta y los egiptólogos narraran las creencias egipcias. Pero aún eso de por medio, lo que Cagliostro conocía no era ya la religión según podemos descifrar aún de los escritos más herméticos. El conocía la religión más antigua, de la cual no hay registros posibles.



Pero curiosamente su amistad con las sectas judías del momento fue la que le aportó el conocimiento determinante y le ayudó a ascender. Se hizo discípulo del psudo-mesias del siglo XVII, Sabatai Zevi. Sus seguidores consideraban indiferente militar en cualquier religión. Adoraban a un Dios sin forma al modo de los hinduistas y de las sectas nuevaeristas contemporáneas. Complementaban un enciclopedismo en lo racional y un gnosticismo profundo en sus concepciones religiosas y metafísicas. El mal y el pecado eran estados mentales y llegaban a hablar – cual gurúes modernos – de la “santidad del pecado”. La poderosa y siniestra secta de los Iluminados de Babiera es hija de esta doctrina. Fue el barón Von Knigge quien le inició entre los iluminados y le admitió en una ceremonia sacrílega en una capilla próxima al castillo Gross Korber. Sabatai Zevi y sus hijos de David le concedieron sus poderes preternaturales y los Iluminados los poderes político-temporales.



El rito egipcio, rito de Cagliostro



Cagliostro funda la logia masónica de rito egipcio. Alcanza una popularidad enorme. Impredecible. El Supremo Consejo se compone de tres personajes muy poderosos. Los nobles hacen cola para afiliarse a la sociedad secreta.



Las mujeres toman a Lorenza como Suma Sacerdotisa y Reina de Saba. Ella les “bautiza” en nombre de la antitrinidad. Sopla en sus frentes mientras dice: "Te concedo este soplo para que germine y viva en tu corazón el espíritu de la verdad con los nombres de Helios, Mene, Tetragammaton". Las "síbilas" eran las iniciadas en el Rito Egipcio.

Cagliostro se toma veinte años para cumplir la primera parte de su sueño: fundar una nueva religión.



“El ritual de iniciación en su orden implicaba un período previo de ayuno y se realizaba en función del tema astrológico del aspirante. Este, vestido de negro era despojado de sus joyas; recitaba el oficio del Espíritu Santo, mientras los sacerdotes trazaban con sangre de un ave, signos sobre su cuerpo. Debía trazar un círculo con yeso en el suelo y escribir las palabras sagradas: Rap, Yob, Oz, Fa, evocando a las cuatro regiones del universo. Luego penetraba en el círculo, invocaba al Ser, se postraba con las manos en ángulo recto en espera de apariciones. En el vestíbulo de la logia se colocaban colgaduras negras con serpientes bordadas; se administraban bebedizos a los novicios que los colocaba en una situación psíquica de máxima receptividad. Tres hombres les ponían una venda ensangrentada en la frente” (1) Contrastado con los rituales egipcios tradicionales, este ceremonial inspirado por sus mentores espirituales se asemeja mucho más a una misa negra que a otra cosa.



Uno de los padres de la Revolución Francesa



En Estrasburgo tiene oportunidad de conocer al cardenal de Rohan y a la condesa de La Motte, ambos connotados franc-masones. Es 1783 y la parte de jerarquía eclesiástica corrupta por la ideología del momento se toma de la mano de la nobleza decadente para dar el segundo golpe a la civilización cristiana.

El Cardenal de Rohan tenía sentimientos impuros hacia su reina María Antonieta. Ésta le había rechazado todas las veces, indignada por las propuestas de un religioso y por la sola idea de mancillar el lecho conyugal. Cagliostro le ofrece un conjuro para seducirla a cambio de poder y de influencia ante el Papa. La condesa de la Motte sabía que la reina había rechazado un costoso collar de diamantes por parecerle demasiado pesado para el erario nacional, bastante sobrecargado por las inversiones públicas y la mejora de infraestructuras. La condesa falsificó una carta dirigida a De Rohan, en donde le comunicaba que deseaba verdaderamente el collar. De Rohan lo obtuvo y se lo entregó a la condesa de La Motte. Descubierta la farsa, Cagliostro, Rohan y La Motte fueron procesados.



Digamos ahora que Cagliostro resultó exonerado. Sin embargo fue expulsado de Francia. Aun así, sonreía. El “affaire” del collar, si bien la reina era inocente, desprestigió a la monarquía y las logias se encargaron de hacerlo un asunto nacional. Cagliostro juró acabar antes de lo previsto con la monarquía. Fue acompañado hasta las puertas del antiguo fuerte de los templarios, la Bastilla, por una multitud delirante, probablemente más que 10.000 personas que lo vitorearon.



El fin de Cagliostro



Cagliostro entraba triunfante una vez más en los salones que se colmaban para aclamarlo. Regresa a Londres donde se dedicará a sus artes ocultas. Desde allí dirige las tramas para impulsar una revolución igualitaria y anticristiana por todas las naciones. Comenzaría con la caída de la corona francesa obteniendo un símbolo recordable para todos. Pero comete un gran error.



Se encamina a Roma, listo para hacer caer el papado con su secreto plan de la logia.



Pero el Santo Padre huele azufre en las ideas de Cagliostro. Sospecha la inspiración preternatural. Se reabre un viejo proceso abierto en su contra por falsificación de moneda. Se le encarcela en el castillo papal de Sant’Angelo. Se rebelan las logias si bien no pueden quejarse del trato dado en el castillo. Cagliostro agita las masas usando su halo de mesías. Promueve revolución y caída de cabezas, proclama su nueva religión.



El 7 de abril de 1791 un tribunal lo condena a muerte por incitar a la rebelión, por numerosos crímenes y por herejía; la pena, como era costumbre en estos casos, es conmutada por prisión perpetua, pero no podrá evitar que su libro de rituales "Masonería Egipcia" sea quemado públicamente junto a su mandil masónico, su cordón y demás objetos rituales, en la Plaza de Minerva. Queda asentada así la incompatibilidad entre los siniestros ideales de la masonería de “Igualdad, Libertad y Fraternidad” y la santa doctrina de Cristo.



Pocos meses después pide confesión. Se trata de una treta. Intenta arrebatar el cinto del sacerdote enviado al efecto y comienza a estrangularle con él, pero el Padre se defiende con tal furia que logra desasirse. A partir de este momento las condiciones de detención de Cagliostro se endurecen. Muere poco después en San León el 26 de agosto de 1795. Acababa de apagarse una de las hogueras más célebres de los preparativos del cambio de la faz de la sociedad de entonces. Moría el precursor de la sociedad revolucionaria que le seguiría. Moría, pero sus planes estaban activos y operando. Obraban aún con mayor celeridad que si estuviera vivo porque ahora le tomaban como mártir.



Cuando en 1797 las tropas francesas invadieron los Estados Pontificios, un grupo de oficiales franceses desenterraron su cadáver y bebieron en su calavera a la salud de quien llamaron “mártir de la Libertad”. Le consideraban precursor de la Revolución Francesa.



Pero los padres de otra revolución, la Nueva Era, le quieren con una muerte distinta. Para el ocultista francés Eliphas Levi logró escapar de Sant-Angelo disfrazado de fraile y prosiguió sus viajes hasta perderse el rastro camino del misterioso Oriente. Para madame Blavatsky, Cagliostro fue a Rusia y vivió, ya a una edad excepcionalmente prolongada, cerca de la casa de sus padres. La propia Blavatsky cuenta cómo le vio materializar en lo más duro del invierno, un plato de fresas frescas para satisfacer el delirio de un enfermo. Y así le acogieron los artífices de esta revolución que quiere terminar de arrancar de las bases de la sociedad los perennes principios de la sociedad cristiana pontificados con voz clara y fuerte desde Roma.



No se hace necesaria ninguna conclusión. Más que la figura histórica de este hombre, nos interesa el modelo precursor que representó. Basta que el lector observe hasta qué punto el plan infernal de hundirnos en el error y el mal actual estaba presente en un hombre que se adelantó en su tiempo a lo que luego, sin prisa pero sin pausa, se iría instaurando como una forma “normal” de vida, sin que nadie lograra reaccionar ante la nefasta desgracia.

Por esta falta de dificultad en la reacción de las partes sanas, entre otras cosas, nos alienta y llena de esperanzas Nuestra Señora en Fátima, al decir que “cuando todo parezca perdido, por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará”.

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